Declarada de Interés Turístico Regional y Provincial, reúne cada 5 de octubre a decenas de miles de personas en el entorno del Santuario de la Virgen del Camino.
Destaca el desfile de carros engalanados, que rememoran las épocas pasadas en los que los fieles adecentaban su medio de transporte para acudir a la fiesta. Acompañan a los carros los impresionantes pendones que aportan riqueza cromática a la romería. Una vez en la basílica se aguardan largas colas para besar el manto de la Virgen y para tirar tres veces la nariz del Santo, mientras se solicita una concesión.
Las calles de la Virgen del Camino se llenan de puestos, convirtiéndose en un mercado gigantesco en el que no pueden faltar los productos típicos como las morcillas, chorizos, mantecadas... así como los famosos “perdones” (avellanas).
Se dice que antiguamente los mozos compraban avellanas a sus novias para que les perdonasen por no acudir con ellas a la fiesta o llegar tarde tras la fiesta, de ahí deriva la costumbre de denominarlas perdones.